No me gustaría nada que este blog se metiera en temática onírica por norma, pero como está el horno preparado gracias a las premoniciones y no-premoniciones de días pasados, voy a dedicar un post al sueño de ayer.
Estábamos Mercè y yo en una estación que parecía semiabandonada, (aunque podía ser la de Valls) discutiendo si Mercè debería venirse a Hell!sinki después de que les habían dicho que no daban más visados para Moscú. En esto aparece Hamlet (iba vestido de revisor, pero ya conocéis la manera en la que en los sueños uno en el fondo sabe que es Hamlet. Aunque, bien pensado, también podría haber sido el espectro de su padre).
Hamlet nos invita a ir a Dinamarca, sin mencionar nada de olor a podrido ni de que le parezca una prisión, y me entrega una Lonely Planet del país. En las fotos reconozco a Kenneth Brannagh y a sus decorados marbellíes y no me apetece mucho ir. Al final acabamos peleándonos con Hamlet porque nos pedía dinero para no sé qué chanchullo y nos vamos en el tren, que resulta ser una especie de diligencia.
Estábamos Mercè y yo en una estación que parecía semiabandonada, (aunque podía ser la de Valls) discutiendo si Mercè debería venirse a Hell!sinki después de que les habían dicho que no daban más visados para Moscú. En esto aparece Hamlet (iba vestido de revisor, pero ya conocéis la manera en la que en los sueños uno en el fondo sabe que es Hamlet. Aunque, bien pensado, también podría haber sido el espectro de su padre).
Hamlet nos invita a ir a Dinamarca, sin mencionar nada de olor a podrido ni de que le parezca una prisión, y me entrega una Lonely Planet del país. En las fotos reconozco a Kenneth Brannagh y a sus decorados marbellíes y no me apetece mucho ir. Al final acabamos peleándonos con Hamlet porque nos pedía dinero para no sé qué chanchullo y nos vamos en el tren, que resulta ser una especie de diligencia.
Y el caso es que me he despertado pensando que como no nos den ya el anticipo igual Elsinore no es mala opción.