AVISO IMPORTANTE:
Todos los personajes que aparecen en este blog, así como sus ciudades de destino, son ficticios.
Sólo es real la existencia de los toletes: todos aquellos instrumentos, verbos, adjetivos, objetos de uso común, hechos tanto de carne y hueso como de plástico, madera, aleaciones de metal y finísima arena.
También nosotros estamos hechos del mismo material que los toletes

domingo, 28 de octubre de 2007

el finlandés medio

Esta entrada ha estado a punto de titularse “y al fin, landia”, pero está claro que o tienes un tipo de sentido del humor o no lo tienes, y yo decididamente no lo tengo. Será una entrada larga, así que convenientemente dejaré espacios entre párrafo y párrafo para vuestro descanso y reflexión. Y si alguien se encuentra con esto en unos años porque se viene de Erasmus o por unas becas de esas del Icex, pues que mejor se lo salte.

En fin. Parece mentira, pero ya llevo en Hell!sinki... cuatro días.
Me he levantado hace un rato sin tener claro si toca desayunar o comer. Tengo tres husos horarios repartidos por dos móviles, un despertador, el reloj y el ordenador y ya no sé cuál es cuál. He buscado en internet si la hora ha cambiado en Finlandia, pero en este condenado idioma no hay quien se aclare. Supongo que el reloj del blog (aliteración posmoderna) funciona bien (y confío en que el termómetro no lo haga).

Volviendo al título. Mi primera impresión de los toletes finlandeses la tuve en el avión Ámsterdam-Hell!sinki, cuando buscaba mi asiento. Por una vez en mi vida al mirar al fondo de un pasillo, un bosque de cabezas (rubias) se interponía en mi camino. Dos tópicos confirmados. El finlandés medio es alto y rubio, es decir, lo que yo (y algún que otro personajillo histórico) califico como raza superior. En ese momento supe que todo acababa de cambiar, y me cayó una lagrimica al despegar de Ámsterdam, como si llevara un “Van” en vez de un “de” en el apellido.

Pero más interesante que el físico es todo lo que se refiere al carácter finés. Si tuviera que utilizar una sola palabra para definirlo sería inánime. Pero como no tengo límite de palabras, se me ocurren hasta dos: inánime e impasible. La gente no muestra ningún tipo de emoción. Y no hablo de que se besen en público. Para nada. No se sonríen, no se tocan y apenas hablan, y si se hablan lo hacen en un tono extremadamente bajo. Esto, unido a la ininteligibilidad del idioma, hace que parezcan emplear una modalidad subhumana, gutural y primitiva de lenguaje.

Los finlandeses tampoco hacen ruido al andar. A lo mejor porque no andan, sino que se deslizan. Quizás siglos de caminar sobre la nieve han hecho que sus piernas evolucionen de una manera diferente, permitiéndoles deslizarse precisa y ordenadamente por las aceras. Tanto que al adelantarles dan ganas de emplear un intermitente.

Curiosamente la gente sí se mira. Nada de New York commuter style, aquí se miran unos a otros de arriba abajo, tanto que piensas que incluso se van a hablar. Pero al final no lo hacen. Te sujetan la puerta del ascensor y te miran un buen rato, y en cuanto llegan a su piso se escabullen (deslizándose) sin ruido y sin palabras. Es casi mágico.

El primer día aquí aprendí dos palabras: hola (moi) y kitos (gracias) y el segundo dejé de usarlas. Si al pagar en una tienda el dependiente tiene buen día y te saluda o te dice algo, suele ser un leve “hey”, que instintivamente tiendes a responder con otro “hey”. Lo que decía, comunicación subhumana.

En todos estos días no he visto un centímetro de cielo azul. Hasta ahora siempre había pensado que de todos los factores que hacen que un ser humano sea como es (genética, entorno y factorX) sin duda el factorX era el que tenía más peso en la configuración de la personalidad, seguido de la genética. Ahora estoy convencida de que la clave es el entorno, y no me refiero al socioeconómico, desde luego que no. Me refiero al geográfico puro y duro. Es una verdad como un puño que Dios no hizo ciertos lugares pensando que la gente fuera a habitarlos. Y muchísimo menos a habitarlos y ser feliz. Los renos, tal vez. Las petroleras. Los salmones. Pero no las personas. Aún no ha empezado a hacer frío (ups, dije la palabra) pero la hostilidad amenazante de la niebla ya da bastante miedo.

Conclusión: a pesar de los salarios altos, el mejor sistema sanitario del mundo, la velocidad de internet y esas cosas que para algunos indican la calidad de vida de un país, los finlandeses dan un poco de pena. Son austeros como ermitaños, su ropa es apagada... el frío (ups) y los impuestos parecen comérselo todo. Entre la niebla, la arquitectura y la idiosincrasia textil ayer la ciudad parecía una superposición de fotos en blanco y negro. La sensación general es que la gente está semiviva, a lo mejor por eso el suicidio aquí no es más drástico que nuestra costumbre nacional de echar la siesta.

Las fotos son desde mi casa, un piso 14 con vistas al Báltico (cómo me gusta decirlo). No han pasado por photoshop más que para bajar resolución, juro que no he tocado los filtros azules. Me voy a comer o a desayunar.


18 comentarios:

Anónimo dijo...

Esas fotos dan otro significado a aquella canción perfectamente versionada por el santaderujo Bustamante: "Y es que este amor es azul como el mar azul/como el azul del cielo nació entre los dos/ azul como el lucero de nuestra pasión/un manantial azul que me llena de amor".
Tararela un rato mientras miras por la ventana y las noches se harán más cortas...

Ordelina dijo...

Que ganas tengo de que me veas gris, con mi gorro y bufanda multicolor

Rodrigo Fabri dijo...

Pues no tienes malas vistas, Esther. Me acaban de recordar al Frankenstein de Brannagh hundiendose en el círculo polar ártico. Y lo que tiene que ser la leche es alguna stand-up comedy (si es que saben qué es eso). Se reirán los finlandeses?? Espero fotos de fineses sonriendo (aunque no sean felices)

Anónimo dijo...

P., y como el gato que está triste y azul?

O, Hasta que nos os vea aquí no me lo creo... a ver si la liáis en el aeropuerto, eh?

R. Si es que a ti todas las cosas te recuerdan a Frankenstein o a Drácula!

Anónimo dijo...

Sabes qué? Que te he imaginado contando todo eso en voz en off..caminando por las streets of Hel!sinki.. dentro de una burbuja de colorines..si es así como lo describes, manten las distancias.. o dedícate a sacarles la lengua, a ver cómo/si reaccionan

DdeAndrés dijo...

Ay! Escher no te preocupes. Creo que todos hemos pasado por esa fase al llegar a destino. El ¿Quién coño me mandaría a mi...? nos ha pasado a todos por la cabeza (yo recuerdo que hasta la solté por la boquita). Lo malo sería que los que te llevamos 3 o 4 semanas de ventaja, siguiésemos pensando lo mismo. Todo pasa... date tiempo, pon el chip de Amelie y verás como enseguida te acostumbras al azul y empiezas a arrancar sonrisas!

Anónimo dijo...

Jaja, mientras leía tu descripción de los finlandeses estaba visualizándolo todo y creo que ya lo tengo claro... ¿son elfos? ;-)

Anónimo dijo...

mantengo mi apuesta de que E se lo va a pasar mejor de lo que se cree.. no hay duda! en mi propia experiencia he de decir que en la ecuación de la felicidad hay factores sorpresa(y la velocidad de adsl es uno jeje! viva dexter!)

Anónimo dijo...

Pues parece el sitio adecuado para una cura de estrés, casi casi como un balneario, cambiano el marrón por azul y la sauna por el frigo.
Qué buenas vistas! Una pena que sea el helado helado Báltico. Porque te va a llegar una brisilla marina helada helada...

Anónimo dijo...

¡¡la vida en escala de grises!! me muero por ir; cuida de que ningún color cobre protagonismo hasta que yo lo haya visto en versión original.

Anónimo dijo...

álex (qué miedo me da confundirme y escribirlo sin tilde!), en cuanto saquen las orejas de debajo del gorro te lo confirmo

cris... sigo esperando a que vengas a la sauna! (dexter se está saliendo en la segunda temporada)

io, bruja mala, no comments... recuerdos a madrid.

muma, ya sabes que tu amigo del alma decía que la vida es bella y en colores, no? pues eso

Anónimo dijo...

Sus (que tienen arteoliva en el super de abajo!), David, el mundo Amelie y las burbujas de colores se vuelven grises a -25... ayayay, tened cuidao vosotros no os dé un golpe de caló

Anónimo dijo...

"ESE" no es, ni nunca será mi amigo del alma. Si es el tuyo, allá tu. Acelga.

Anónimo dijo...

Buenas noticias. M, una compañera del Máster, estuvo por allí el año pasado y me dice que aún hay esperanza: Hellcity se vuelve Pleasantville a partir de Mayo. Con sonrisas y todo.

DAN! dijo...

Holaa, que vistas las de tu piso!!

Para ser las primeras impresiones de tu destino, no está nada mal, no? Era lo que te esperabas...

Dont worry, a todo se acostumbra uno,y te veo dentro de un año despotricando de los madrileños, de su desorden a la hora de andar, de su forma de vestir (tantos colores, merdellonas!!) y tanto ruido (por qué hay que hablar a voces??)

A mí me pasa el contario, Madrid es el paradigma del silencio y del orden comparado con Istanbul, así que no te quejes :)

Hasta muy pronto!!

Unknown dijo...

San Petersburgo, Petrogrado, Leningrado YA!!

Edu dijo...

... Y Kiev YA!!! No te olvides Patxi!! Ni tu finlandesa!!! He laído por otro de los post un comentario sobre cita en estambul... contad conmigo!! sueño con fines de semana a más de 15 grados... pero no os apresuréis, que aún no tengo pasaporte. Hasta entonces, quedada en Kiev, antes de que se congele, vale?

Besuskis, paka, paka!

Carlinhos dijo...

Pero, qué azules? Yo veo todo más bien gris; seguramente soy daltónico; en fin...

Vaya retrato de la estirpe finesa, lo peor es que confirma todos y cada uno de mis prejuicios. Te ha faltado quizá añadir que sólo son capaces de superar temporalmente la idiosincrasia que describes en momentos etílicos después de pasar por caja por los altos precios de eso que donde yo voy está prohibido.

Salud!