Es prácticamente imposible que 2008 sea cinematográficamente peor que 2007. Menos mal que desde que soy finlandesa y sólo salgo de mi caverna para cazar y aprovisionarme de leña no me afectan los precios del cine (si las leyes que protegen al cine español prosperan en otro par de años a nadie le afectarán ya) porque cada vez llevo peor lo de pagar por ver ciertas cosas.
No sé por qué he empezado diciendo esto cuando de lo que quería escribir era de lo genial que me ha parecido Expiación, película bigger than life aunque smaller than book, dos cosas bastante fáciles por otra parte.
Todas las películas que tratan de demostrar que el arte es mejor que la vida (aunque sepamos que sólo a este lado podemos conseguir un buen bistec) están predestinadas a tener razón, mientras que ninguna de las cosas que Ian McEwan ha hecho por la humanidad (escribir un libro (Atonement), escribir un libro (Child in Time), escribir un libro (Saturday)) pueden ser mejoradas de ninguna manera.
Dicho esto. Expiación, la película, es un regalo envuelto dos veces. Un libro dentro de una peli, escenas desde varios ángulos, no creas al narrador... Una reseña de Fotogramas diría que trata de “un romance truncado por la guerra”. Yo creo que más bien es un amorío frustrado por una niña cabrona, pero tampoco del todo: va de que no hay una segunda oportunidad para nadie.
Lo peor es Keira Knightley (si funcionan los seis grados de separación transmitidle que necesita engordar 10 kilos), que parece que en vez de interpretar está posando para un anuncio de perfume. Su vestido verde es precioso pero el escote de la espalda incompatible con la época (y con el papel pintado de las paredes de su casa victoriana). Sé que tiene fans, sé que no soy creíble porque pienso que todas las películas deberían ser protagonizadas por Nicole Kidman o Julianne Moore, pero realmente me parece una actriz espantosa por la que, por lo demás, no hay que preocuparse, ya que a su ritmo de adelgazamiento dentro de tres o cuatro películas será totalmente invisible.
Tampoco acertaron muy bien con la teórica protagonista-narradora: la niña (irlandesita, Saoirse Ronan) no cursi, con carácter y arrogante se convierte en una joven rancia y desnatada (Romola Garai). Pero bueno, si superáis el casting y si el día no está nublado, os tiene que gustar.
En las fotos, el plano más feliz y el más triste de la película, distorsionados por mi cámara.
No sé por qué he empezado diciendo esto cuando de lo que quería escribir era de lo genial que me ha parecido Expiación, película bigger than life aunque smaller than book, dos cosas bastante fáciles por otra parte.
Todas las películas que tratan de demostrar que el arte es mejor que la vida (aunque sepamos que sólo a este lado podemos conseguir un buen bistec) están predestinadas a tener razón, mientras que ninguna de las cosas que Ian McEwan ha hecho por la humanidad (escribir un libro (Atonement), escribir un libro (Child in Time), escribir un libro (Saturday)) pueden ser mejoradas de ninguna manera.
Dicho esto. Expiación, la película, es un regalo envuelto dos veces. Un libro dentro de una peli, escenas desde varios ángulos, no creas al narrador... Una reseña de Fotogramas diría que trata de “un romance truncado por la guerra”. Yo creo que más bien es un amorío frustrado por una niña cabrona, pero tampoco del todo: va de que no hay una segunda oportunidad para nadie.
Lo peor es Keira Knightley (si funcionan los seis grados de separación transmitidle que necesita engordar 10 kilos), que parece que en vez de interpretar está posando para un anuncio de perfume. Su vestido verde es precioso pero el escote de la espalda incompatible con la época (y con el papel pintado de las paredes de su casa victoriana). Sé que tiene fans, sé que no soy creíble porque pienso que todas las películas deberían ser protagonizadas por Nicole Kidman o Julianne Moore, pero realmente me parece una actriz espantosa por la que, por lo demás, no hay que preocuparse, ya que a su ritmo de adelgazamiento dentro de tres o cuatro películas será totalmente invisible.
Tampoco acertaron muy bien con la teórica protagonista-narradora: la niña (irlandesita, Saoirse Ronan) no cursi, con carácter y arrogante se convierte en una joven rancia y desnatada (Romola Garai). Pero bueno, si superáis el casting y si el día no está nublado, os tiene que gustar.
En las fotos, el plano más feliz y el más triste de la película, distorsionados por mi cámara.